:: PALABREANDO.
   El señor Viacheslav Mijailóvich Scriabin y otros casos.

Por Vania Ríos Molina.

Buscando un nuevo tema para el Palabreando, me dirigí a la Biblioteca Nacional. Luego de indagar un poco y de curiosear por sus distintas dependencias, terminé en la Sección de Periódicos, allí conseguí un atado de diarios de distintas fechas y comencé a hojearlos, a buscar alguna noticia que llamara mi atención, lo que no tardó en suceder.

Lunes: es allanada una vivienda en donde se almacenaba una importante cantidad de bombas Molotov. Martes: una turba enfurecida trata de linchar al asesino de una mujer en Valparaíso. Miércoles: por medio de una cesárea nace el segundo hijo de Leslie Mardones, la famosa joven valdiviana que padece de enanismo. Jueves: estudiantes de segundo medio amenazan con boicotear la toma del Simce en algunos liceos de Santiago.

Pero, ¿qué tienen en común estas noticias? La respuesta está en que todas contienen palabras epónimas, es decir, vocablos
derivados del nombre de una persona. Existen numerosos epónimos que se utilizan para denominar lugares, inventos, objetos, procedimientos, plantas y muchas cosas más. Veamos:

Molotov. Esta famosa bomba explosiva de fabricación artesanal debe su nombre a Viacheslav Mijailóvich Scriabin, más conocido por su apelativo Molotov, que significa “martillo”. Fue Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS y durante la Segunda Guerra Mundial ordenó la producción en masa de este explosivo.

Linchar. Según la RAE linchar es “Ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo”. En algunas ocasiones la masa enardecida, decepcionada por la falta de justicia, decide actuar al margen de la ley. Hay varias versiones acerca del origen de este epónimo, una de ellas sostiene que proviene del capitán William Lynch que a fines del siglo XVIII, en Virginia, Estados Unidos, al producirse una ola de crímenes, reunió a sus vecinos acordando castigar a los delincuentes por su propias manos, de acuerdo con el delito u ofensa cometido. Una segunda explicación señala que procede de Charles Lynch, un juez inglés que ejecutó a una banda de conservadores sin darles un juicio legal, esta acción se conoció como la “Law Lynch” o “Ley de Lynch”.

Cesárea. Esta operación, consistente en extraer el feto abriendo la matriz, adquirió su nombre debido al Emperador Romano Julio César, quien habría nacido de esta manera. Otros afirman que la denominación obedecería a una ley dictada por él, que obligaba a los médicos de la época a abrir el vientre de la madre, si ésta fallecía pasados los seis meses de gestación, a fin de salvar la vida de la criatura. En Derecho Romano, esta ley fue conocida como “Ley Cesárea” (del César).

Boicotear. Es negarse a comprar, vender, o practicar alguna forma de relación comercial o de otro tipo con un individuo o una empresa considerados, por los participantes en el boicot, como autores de algo moralmente reprobable. La palabra boicot tiene su origen en el nombre del irlandés Charles Cunningham Boycott, un administrados de fincas que por el año 1880 se negó a rebajar el precio de los arriendos de las tierras bajo su cuidado. Ante esta situación, los afectados se negaron a cosechar o trabajar en su casa, los comerciantes a venderle comida (que debió traer de fuera) y el cartero local dejó de depositarle su correo. En otras palabras, lo boicotearon.

Los epónimos son muy utilizados en la medicina. Gran parte de las enfermedades, síndromes o incluso partes del cuerpo, proceden del nombre de sus descubridores: enfermedad de Alzheimer, el mal de Parkinson, el síndrome de Dawn, las trompas de Falopio. Asimismo, muchos inventos e instrumentos han pasado a la posteridad llevando el nombre o apellido de su creador: el motor Diesel, la escala de Mercalli, los grados Kelvin.

Si quieres conocer la procedencia o significado de alguna palabra o expresión, escríbeme a la revista y tu inquietud será contestada en el próximo número.