Por
Rubén Echeverría, basado en ideas del terapeura
Eric Brabant.
Piel,
cuerpo y tacto son tres anillos interdependientes, de
modo que cuando uno se rompe, los tres se separan, tanto
a nivel físico como psicológico.
La piel es el primer órgano que se forma desde
el principio de la vida, tiene cerca de ocho funciones
diferentes y permite al lactante amamantarse del pecho
materno y, además, interactuar con el medio ambiente.
En los animales el lamido es responsable del sistema vital
del organismo, mantenimiento funcional y estímulo
del sistema hormonal. En los seres humanos el lamido es
sustituido por el tacto, que constituye el primer modo
de comunicación que transmite mensajes de placer
entre la madre y el niño, y mensajes de seguridad,
afecto y sensualidad. El contacto sobre nuestro cuerpo
desnudo es el medio de comunicación pre-verbal
que nos
|
|
|
informará
sobre nuestra identidad, sobre el medio ambiente, la noción
de placer o dolor y el narcisismo sano. Simboliza el reconocimiento
y la aceptación del individuo, lo que permitirá
que nos conozcamos a nosotros mismos, a los demás y al
ambiente que nos rodea, y el que garantizará, cuando seamos
mayores, un despertar sexual en buenas condiciones.
Cuerpo
y Tacto, primer sentido perdido
La Organización Mundial de la Salud considera desde hace
mucho tiempo que los seres humanos no están saludables
si la mayoría de sus necesidades fundamentales, tanto
físicas como psíquicas no están satisfechas.
La sociedad en la cual vivimos no nos permite satisfacer nuestros
instintos básicos y nuestras necesidades fundamentales.
Cuerpo y tacto han estado prohibidos por muchos siglos, argumentándose
que la pureza del individuo se relacionaba con su espiritualidad,
siendo ésta la única forma de acceder a la Divinidad.
El resto era pecaminoso, el cuerpo se consideraba vil y asiento
de las bajas pasiones. En consecuencia, se infligía castigo
físico a conductas pecaminosas, y ante la ocurrencia
de pestes o desastres naturales se llegaba a las autoflagelaciones
para congraciarse con Dios y conseguir el perdón. En
nuestro país es posible observar este fenómeno
de estigmatizar el cuerpo en las festividades religiosas, en
donde las personas pagan las mandas ofrecidas a algún
santo mediante el sufrimiento físico. También
en nuestra vida diaria, a menudo escuchamos exhortaciones que
involucran un rechazo hacia el cuerpo, por ejemplo: ¡No
te toques!, o ¡Los cariños son para los niños!,
etc.
Cuerpo y
tacto son los primeros sentidos que perdemos cuando crecemos.
Esto es porque en nuestro mundo occidental existe un subdesarrollo
de ellos y, por extensión, de la ternura y de la relación
física entre las personas. La gente se abraza sólo
en ocasiones especiales. Si rozamos el cuerpo de alguien en
una escalera, nos apresuramos a disculparnos. Incluso, si fijamos
la vista sobre otra persona en el Metro desviamos la mirada
como excusándonos. El cuerpo y la desnudez se reservan
para ámbitos del arte, la danza, el teatro, la relación
sexual o la medicina.
En el cerebro
existe una sustancia, la SRAA, cuyo papel es recibir los estímulos
exteriores e interiores y devolver mensajes inherentes a la
corteza y los músculos. Si el cuerpo no se estimula,
poco a poco su sensibilidad se reduce, lo que implica una disminución
en los sectores sensoriales, musculares y emocionales. Nos privamos,
entonces, de “escuchar” a nuestro cuerpo, y, en consecuencia,
a nuestras emociones, las que sustituimos por racionalizaciones
de lo que es socialmente aceptable. Como nunca antes en la historia
humana, se ha producido una subvaloración de las capacidades
de nuestro cuerpo, ya sea protegiéndolo excesivamente
al cubrirlo con prendas de vestir, calefacción o aire
acondicionado, o dependiendo cada vez más de antibióticos
y vacunas que nos impiden desarrollar mecanismos de autoinmunización;
o simplemente coartando su naturaleza. Esta forma de condenar
por un lado y sobreproteger por el otro, es lo que nos avergüenza
y cohíbe de mostrarnos desnudos. Sin embargo, los medios
audiovisuales nos saturan con mensajes de carácter sexual,
con publicidad de mujeres y hombres semi desnudos, que no tienen
otro objeto que un fin comercial. Este panorama hace que mucha
gente se sienta aislada, sufriendo necesidad de afecto, comunicación,
reconocimiento y pertenencia, lo que debilita nuestro sistema
inmunitario y explica el gran número de enfermedades
de origen sicosomático.
El
Nudismo Naturismo
Desafortunadamente,
la sociedad “moderna” tiende a asociar desnudez con sexualidad
y erotismo, lo cual constituye un error. Esta asociación
es fuertemente explotada por el mundo de la publicidad, la farándula
y la pornografía. Pero suprimiendo estos prejuicios y
tabúes, el nudismo permite una gran apertura hacia nosotros
mismos y un escape corporal incomparable.
Hasta hace muy poco en nuestra sociedad, exponerse desnudo se
consideraba una provocación o una perversión.
Sin embargo, la desnudez armoniosamente vivida y respetuosa
con el medio ambiente y con los demás, exterioriza la
salud que reina al interior de la persona. Los nudistas-naturistas
se desprenden de sus ropas no sólo como parte de un pacto
fraternal agradable, sino también por el placer de experimentar
los elementos naturales; agua, aire y sol que acarician la piel
y que recuerdan el estímulo natural del medio ambiente
sobre nuestros cuerpos, como lo sentíamos cuando éramos
niños. Hay que vivir la experiencia al menos una vez
para comprender la libertad y expansión de cuerpo y espíritu
que aporta el estar desnudo en contacto directo con la naturaleza.
El nudismo
se vive individual o colectivamente. Hombres, mujeres, niños
y adultos mayores, todas las generaciones se confunden en armonía.
La desnudez colectiva favorece la convivencia, la tolerancia
y la no discriminación, desarrolla la aceptación
de nuestro cuerpo y, en consecuencia, el de los otros. La desnudez
integral en plena naturaleza permite un mejor encuentro con
nuestra intimidad. La percepción de los elementos naturales
directamente sobre nuestra piel proporciona un sentimiento de
bienestar que, lamentablemente, las represiones puritanas nos
han hecho olvidar.
Los valores
del nudismo-naturismo son los valores humanistas, respecto de
sí mismos y de los otros, es decir, propicia la tolerancia
y permite a muchas personas acomplejadas por sus cuerpos a aceptarse
y amarse. Otorga respeto y dignidad a mujeres y hombres.
Para mucha
gente, el placer no se centra en la persona, sino en los órganos
sexuales. El tacto, las caricias eróticas, se limitan
al ámbito genital y casi exclusivamente durante las relaciones
sexuales. En el nudismo-naturismo, en cambio, no se favorece
ningún órgano específico, sino que se expone
el cuerpo entero y, por extensión, a toda la persona,
su comportamiento y su personalidad. Por decirlo de alguna forma,
los nudistas se desprenden de las caparazones que la sociedad
les impone, con el objeto de ser menos competitivos, sexistas
y agresivos, y más sinceros, libres y asertivos, trayendo
como consecuencia una mejor salud física y mental.
Devolver
al cuerpo el lugar que le corresponde, descubriendo el placer
de vivir en armonía con la naturaleza, es la razón
del nudismo-naturismo. Esta práctica, en que la desnudez
no es más que uno de los componentes, se funda en una
filosofía de vida que promueve la tolerancia, el respeto
a uno mismo, a los otros y al medio ambiente. La desnudez individual
o colectiva es sana y natural, se practica en contacto con la
naturaleza y es fuente de agrado, al procurar una sensación
de libertad y una vuelta hacia nuestros orígenes.
Santiago
de Chile, Septiembre 2006
|