larga trayectoria ha estado en diferentes países, me
comentaba que le sorprendía el hecho de que aquí
los chilenos no formaran un grupo unido, como en otros países.
Al parecer,
en Hamburgo la gente se ha integrado más al lugar de
residencia. Una lástima que él no hubiese podido
asistir y constatar que existe mucha armonía entre
nuestros compatriotas y que, pese a las diferencias, hemos
aprendido a ser tolerantes.
Como siempre,
los organizadores se esforzaron sobremanera para que el evento
resultase todo un éxito. Lo lograron dando cabida a
diferentes grupos musicales, estando presente el floklore,
el jazz, lo clásico y lo moderno, representado por
el grupo Conexión Musical, jóvenes talentos
que se mandaron unos raps críticos y revolucionarios
y que finalmente invitaron a la gente a bailar una rumba,
lo que fue acogido con gran entusiasmo. El grupo Resistencia,
fundador de la Peña, saludó el aniversario con
«La Mañanitas». ¡Muy emotivo! Lo
culinario tampoco dejó nada que desear, pues había
empanadas, unas de las mejores que he probado, hechas por
uno de los organizadores. Además había tortas
exquisitas y otras cosas que no probé por culpa de
las sensacionales empanadas.
El vino
estaba muy bueno, lo que motivó a un buen amigo mío
a beber más de la cuenta, transformándose en
el espectáculo de la noche, por lo menos para mí,
que lo tenía al lado. No había cómo hacerlo
callar, y no era muy amable lo que vociferaba, porque le vino
la mona odiosa: ¿Cómo se llama el negro que
toca el bombo? ¿La señora es ciega y lee poesías
en el escenario? ¡Cómo se te ocurre cantar “Y
va a caer”, huevón, ná que ver! Se dice que
los curados y los niños dicen la verdad. La cosa no
tiene nada de inofensivo: ellos saben bien lo que hacen y
les importa un comino. Me sorprendió que la gente reaccionara
tan tolerantemente. Aparte de cosechar miradas críticas,
nadie lo sacó a patadas del local, aunque yo temía
que terminara como en la cueca del Guatón Loyola. Parece
que los chilenos en Hamburgo estamos bastante alemanizados,
lo que en este caso es un halago.
Con todo
lo pasé muy bien, y hasta mi emparafinado amigo me
confesó su emoción al escuchar antiguos temas
musicales, interpretados con tanto sentimiento y maestría
como lo hace el grupo Mariposa, en que sus integrantes, incluyendo
a dos chicas alemanas, se lucen con la fuerza de la guitarra,
zampoña, quena, bombo y el charango genial de Hugo.
Como siempre, fue grato y refrescante haber estado en la Peña,
y pienso que, en algún lugar, la Violeta se alegra
y está orgullosa de que en su nombre se realice un
trabajo tan constante y positivo.