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MIRADA FORASTERA.
Minas y museos.
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Por:
Rose Deakin.
Impresiones
del Cajón del Maipo de una inglesa, querida vecina
de San Alfonso.
La
sorpresiva alta en el precio de cobre tiene varias consecuencias
para Chile y, en particular, para el Cajón del
Maipo: las miradas se vuelven de nuevo hacia las antiguas
minas.
En
octubre del año recién pasado, Don Arístides
Acevedo el Nene- me invitó a conocer, en
el poblado de El Volcán, catorce hectáreas
de terreno de la ENAMI, en las cuales se incluyen varias
minas. Las tres que llaman más la atención
de Don Arístides, de modo que las está investigando,
son El Álamo, El
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Membrillo
y El Acacio. Afuera, cada una tiene el árbol que le da
nombre. ¿Qué se pretende hacer ahí? Don
Arístides tiene su mente abierta a todas las posibilidades.
Originalmente la idea era trabajar la mina para obtener cobre,
pero ahora se piensa que es un objetivo difícil. El cuenta
que la gente que tenía estas minas durante el tiempo
de la Unidad Popular no sabían administrarlas. Después,
dice, losmilitares se apropiaron de las minas, las explotaron
sin cuidado, extrayendo todo lo más rápidamente
posible, barriendo con los pilares, de modo que las minas terminaron
destruidas y abandonadas en dos años.
Aunque indudablemente está decepcionado en cuanto a la
parte económica, por otra parte hay un gran premio para
Don Arístides. Después de una vida cavando túneles,
primero en el Embalse del Yeso y después en el metro,
la vida en El Volcán parece una verdadera terapia, una
oportunidad venida del cielo para des-estresarse. El llegó
de otras partes y se casó con una cajonina. Me dijo:
Hay una leyenda que dice si tomas agua del chorro de la
vieja, entonces echas raíces en el Cajón o te
casas aquí. Se refiere a una cascada o vertiente
con ese nombre que hay en el Cajón.
El sueño
de Don Arístides se inspira en el turismo emergente
de la zona, que, por qué no, puede llegar a ser la
actividad principal del Cajón del Maipo. Quiere mostrar
la belleza de las minas a otra gente. Tiene la idea de trazar
una ruta para caminantes que pasa por la quebrada San Antonio,
por la mina Mercedes, por una vega y una vertiente -donde
se puede almorzar- para terminar bajando hasta su bodega y
las minas que hay abajo.
La mina
El Álamo, que fuimos a visitar, es espectacular. Se
interna más o menos 600 metros cerro adentro, y hay
agua dulce, clarísima, corriendo a lo largo de todo
el túnel. Con botas de goma pasamos más de media
hora adentro, mirando las paredes de roca fantásticas,
los colores increíbles, pilares verdes de cobre. No
da miedo, ya que el túnel es sólido, de roca
pura. En otra mina había construcciones de fierro para
sostener el túnel, lo que me dio un poco de inquietud.
Terminamos el recorrido con un rico asado minero.
Otra idea de Don Arístides, que es el Presidente de
la Asociación Minera, es fundar un museo minero en
la ex estación de El Volcán, actualmente monumento
histórico, que podría relacionarse con la historia
de las minas en Chile. Parece ser que en 1842 Ignacio Domeyko
(fundador de la Universidad de Chile) trepó la cordillera
en nombre del gobierno de Chile. Pasó 15 días
en el Cajón del Maipo, descubrió el Colorado,
el Cajón de los Bronces, y después fue a San
Gabriel pasando por los cerros San Simón y San Lorenzo.
Llegó hasta Valle Morado y comprobó la existencia
de las minas, inscribiéndolas en 1842. Esta historia
puede ser la base para un museo arqueológico. La visión
de Don Arístides se extiende aún más:
en San Gabriel, un museo de arrieros; en El Romeral, la estación
recuperada para poner fósiles, en El Volcán,
el museo minero. Así tenemos al Cajón del Maipo
transformado en el Cajón de los Museos.
Se siente
que Don Arístides e Ignacio Domeyko tienen algo en
común. Domeyko creía que era importante unir
las ciencias experimentales con los estudios clásicos,
es decir, con el descubrimiento de la belleza, de la armonía,
de la sobria elegancia. Espero que ahora este antecedente
sea una semilla que crezca a través de la admirable
dedicación de Don Arístides.
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