Por:
Juan Alarcón Ramírez, El Alarkas.
A
la edad de 6 años, después de viajar todo
un día subiendo por un camino con grandes obstáculos,
llegamos, con mi familia, desde Valparaíso, a
este hermoso Cajón del Maipo, buscando nuevos
horizontes, porque mi padre salía jubilado de
«La Marina”. Llegamos a un lugar maravilloso,
al fundo Quebrada la Calchona, encontrándome
con un gran campo, acequias, esteros, grandes árboles,
una flora y fauna esplendorosa, realmente un... ¡valle
maravilloso!, donde pude disfrutar mi niñez.
Allí me crié, junto a las costumbres de
los trabajadores; salté, corrí, me bañé,
aprendí a inspirarme. El lugar estaba lleno de
leyendas, fantasías, relatos, como «El
Ángel Blanco», «La Calchona”
y tantos otros. Era un lugar mágico. También
allí están las tumbas de los apestados,
un matrimonio y sus hijos, muertos por la viruela, que
en ese tiempo no tenía remedio.
Estudiamos
en El Melocotón Bajo, con mi hermana Licha. Con
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ella
teníamos que caminar seis kilómetros diarios,
porque no había acceso a ningún vehículo.
Mi padre administraba un criadero de cerdos, por lo cual los
compañeros de la escuela, irónicamente, nos
apodaban los chancheros. Terminé mi enseñanza
media en el Liceo de Hombres de San José de Maipo.
Más tarde fui becado a España a perfeccionarme
en artesanía en cuero: tallado y repujado, no pudiendo
terminar mis estudios por la enfermedad de mi madre, que perdió
la vista. También le amputaron una pierna a causa de
su diabetes, y además fue abandonada por mi padre.
Felizmente pude retomar mis estudios, terminando en la Sede
de Artes de la Universidad Católica.
Hubo
un aumento de artesanos en los años difíciles,
a causa de la cesantía, lo que hizo más difícil
vender nuestro trabajo, por lo que. tuve que cambiar de
rubro. Desde entonces me dediqué a la artesanía
rústica, en madera y fierro forjado, paralelamente
con mi música. Así es: a los siete años,
una profesora de la Escuela El Melocotón, Sra. Leonor
Iracabal, me descubre y me hace cantar una canción
alusiva al marinero, con dos niñitas que hacían
el coro, en la localidad de San Alfonso, un 21 de Mayo.
A esa edad ya componía mis propias canciones, cantaba
y tocaba la guitarra en público, incentivado por
esta profesora. En este arte no perdí escenario en
que no estaba presente, y así fue durante todos los
años de estudios. Fue mi guitarra mi fiel compañera.
Entre
penas y llantos por la enfermedad de mi madre y el abandono
de mi padre, tuve que ser el jefe de hogar y construir mi
casa por no tener donde vivir, pero esto no fue un obstáculo
para mis creaciones, y así comienzan a nacer mis
primeras canciones, como "Canción del Río
Maipo", y “Migas p’al Pobre" entre
otras, con las cuales la gente rne identifica. Debo agregar
que me sirvieron mucho los talleres literarios que formamos
junto a Rolando Naveas, "Fogly".
He
recorrido todos los pueblos del Cajón del Maipo entregando
ml canto original de la zona. Tengo más de cien creaciones
y aún no me siento reconocido por mi gente. Mi compañera
ha creído en mí, dándome su apoyo y
el espacio para componer mi música y canciones. En
la radio Nuevo Mundo, en el espacio del locutor César
Abuail, me han abierto las puertas y he podido presentar
mi trabajo de más de 30 años, que consta de
3 CD grabados durante los últimos años, después
del fallecimiento de mi querida madre. Soy autodidacta,
mis temas son propios, y también he recopilado temas
de poetas de la zona. Hay temas ecológicos, rondas
de niños y mucho más... Algunas personas a
lo mío lo llaman Rock Montañés o Cumbias
de Cerro. También está la música Flogly,
fome y fea. Esa era la idea: no todo tiene que ser bonito.
Trato de decir muchas cosas a través del canto y
la madera. Cada día que amanece, doy gracias a Dios
por haberme dado una mente creativa y unas manos hábiles
para poder realizar mi trabajo para que otros lo puedan
disfrutar en algún momento especial de sus vidas.
Para
finalizar, un mensaje a todos los turistas que visitan nuestro
Cajón del Maipo, y es que en esta zona aun pueden
encontrar cosas gratuitas que nos entrega nuestra Madre
Naturaleza, tales como: el ruido de los truenos, el canto
de los pájaros, la sombra de los árboles,
las caricias del viento, el aire puro, la noche de luna
llena, el día con sol radiante, la calma y el silencio,
el séptimo día, el soñar y el pensar,
el ruido de las aguas, el ser hombre en la tierra... De
las cosas maravillosas y gratuitas, sólo puedes disponer
y disfrutarlas con amor...
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