Por:Paz
Gabriela.
Antiguamente,
en el planeta Júpiter existían seres como
nosotros. No eran marcianos con ojos verdes y cinco
pies, eran seres humanos. Su única diferencia
es que vivían junto a las estrellas. Éstas
no alumbraban, por lo que estos seres debían
usar postes, ampolletas y linternas para dar luz a sus
casas y ciudades.
El
planeta Júpiter estaba dividido en islas. La
isla Xmtron era la más poblada y la que tenía
la ciudad más desarrollada, por lo cual las autoridades
realizaban muchas reuniones ahí para poder mejorar
cada vez más. Una noche, se juntaron para ver
qué les hacía falta.
-Estas
estrellas nos están estorbando los caminos. Podríamos
matarlas -propuso el señor presidente.
-¿Pero para qué matarlas? Sirven de hermosos
adornos para nuestros hogares, sólo hay que entrarlas
a nuestras casas -intervino el alcalde de la isla Kitípapetó.
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El tema
causó cierto revuelo en la sala.
-Podemos
aprovechar la utilidad de las estrellas
-pensó
en voz alta el gobernador de la isla Shuckanque-
podríamos
prender fuego a las estrellas.
-Pero
¡Oh!... ¡Cómo!... - se escuchó
en la sala.
-Últimamente nos estamos quedando sin recursos para la
energía eléctrica -explicó fuertemente
el presidente- y en poco tiempo ya nuestros habitantes no tendrán
luz para vivir.
-¡Pero cómo es posible! -se escuchó una
voz en la sala. Era el alcalde de Trivsa -¡Son parte de
nuestro planeta, no podemos eliminarlas así!
-¿Está diciendo que las estrellas son más
importantes que nuestros pueblos y ciudades? -le preguntaron
otros participantes.
-Haremos una votación -concluyó el presidente.
Una semana
después se realizó la votación. La propuesta
de prender fuego a las estrellas fue aceptada por la mayoría.
Pero resultó que la noche que encendieron las estrellas
fue la última noche de aquellos habitantes. Enviados
en una misión especial, varios hombres recorrieron con
antorchas las islas de Júpiter prendiendo desde la más
grande hasta la más pequeña estrella. Cuando la
misión terminó y todos en sus casas se fueron
a dormir, Júpiter comenzó a incendiarse. Mucha
gente corrió, arrancó, se escondió, pero
fue inútil. Las ciudades desaparecieron.
Con el pasar
del tiempo, la vida en Júpiter terminó. El clima
cambió, las islas desaparecieron y las estrellas se levantaron
de la superficie aún encendidas, con el fuego mucho más
intenso. Se esparcieron libres por el cielo, donde las podemos
ver hoy para recordarnos el misterio que nos trae la naturaleza.

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