Por:
Eduardo Astorga Barriga.
Ingeniero Agrónomo y propietario de La Cascada de las
Ánimas.
Planta
El Alfalfal, una joya de ingeniería:
A un kilómetro de profundidad en esta montaña,
se construyó una caverna de 1.050 metros cuadrados
de superficie y 30 metros de altura. Ahí se instalaron
dos turbinas produntoras de energía hidroeléctrica.
En total hay 35 kilómetros de túneles. No se
destruyó ni un árbol ni se erradicó a
pueblos históricos, dueños de la tierra. No
hay impacto ambiental.
La
presente crisis energética nos muestra, una vez
más, la enorme e innecesaria dependencia de los
países exportadores de combustibles fósiles
que tiene Chile para enfrentar su desarrollo y requerimiento
doméstico. La producción de combustible
en el país fluctúa alrededor de un 5% del
consumo y el carbón que tiene no es de la calidad
requerida. Sin embargo, Chile está compensado de
manera suficiente, principalmente con el potencial hídrico
y de fuentes naturales renovables, eólico y solar,
que existirán mientras haya vida en el planeta.
|
|
 |
Al respecto,
aparece en el Diario Financiero del 06/06/04 un interesante
artículo: Crisis del Gas, del ingeniero industrial Rolf
E. Fiebig Z., Universidad de Chile. En la introducción
dice: No es necesario ir a buscar la solución a otras
partes. Ella está aquí, en nuestro Chile. Su referencia
es fundamentalmente a la energía hídrica que se
deposita gratuitamente año tras año en la cumbre
de Los Andes. En cuanto a la eólica, ya ha sido instalada
en Coyhaique, donde la mitad de la ciudad la está usando,
y la solar, recomendada para el norte del país, sigue
en estudio, además de la eólica, en un plan gubernamental
de energía renovable (La Tercera, 20/06/04).
La fuente
hídrica que baja a lo largo de la Cordillera de los Andes
en rápida pendiente, en este país de 4.000 kilómetros
de largo, ha permitido construir ductos y plantas hidroeléctricas
desde la tercera década del siglo pasado. La primera,
Maitenes, construida en 1923 en el Río Colorado, y después
Queltehue, en la misma década, en el Río Maipo,
además de otras construcciones en el Río Maule
y otros lugares. Este sistema se perfeccionó con plantas
hidroeléctricas combinadas, incrementando el volumen
de agua con otras plantas u otros ríos, usando la misma
agua decantada de la primera planta a la cota más alta.
Esto tiene un considerable valor debido al máximo aprovechamiento
del agua para paliar o anular los efectos de años secos.
El sistema en un país que presenta nuestra topografía
puede duplicar o triplicar la producción de energía
del mismo caudal, el cual se mantiene sin pérdida y,
por el contrario, tiene la posibilidad de enriquecerse a lo
largo del trayecto.
Aquí
podemos mencionar el caso del Río Maule, publicado en
El Mercurio del 13.8.1984. Allí se informa de la posibilidad
de construir 15 plantas hidroeléctricas de pasada, cuando
Endesa aún estaba nacionalizada. Hasta el momento sólo
se han construido siete, cuatro de ellas en el periodo de Endesa
estatal.
Por lo expuesto,
no tiene explicación satisfactoria lo sucedido con la
crisis de energía eléctrica. Los gobiernos de
estas últimas tres décadas han ignorado, especialmente
después de la privatización de Endesa, las valiosas
alternativas energéticas que tenemos en el país:
hídrica, eólica y solar, todas esencialmente limpias,
no contaminantes, renovables, sin impacto ambiental ni humano.
Se trata de escoger la mejor alternativa (de pasada y caída),
y no aquella que favorezca los intereses creados de grupos inversionistas
(megaembalses). El agua, como fuente de energía inextinguible
mientras haya vida en el planeta, y que pertenece a todos los
chilenos, nos permitiría liberarnos de la odiosa y especulativa
dependencia de combustibles importados extinguibles.
La estimación
de una rebaja del 60% de combustible importado (sin considerar
la cuota fija de las Fuerzas Armadas) que resultaría
de la hidroelectrificación de la movilización
colectiva, podría permitir un ahorro anual de mil millones
de dólares y bajar la contaminación en un 27%
en Santiago, como se constató en la reciente huelga de
6.000 micros de combustión interna.
Sugerente y sospechosa es la publicación de El Mercurio
del 10.7.1980 anunciando la construcción de una planta
hidroeléctrica en El Melocotón, en el Río
Maipo, con inversionistas privados y un capital de 110 millones
de dólares, que aprovecharía el agua decantada
de la planta VolcánQueltehue antes de ser vaciada
al Río Maipo. Este proyecto, listo para ser realizado,
se hizo humo. Lo más sorprendente es que a los pocos
años, en la misma década, se inicia la construcción
de la Planta El Alfalfal, en el río Olivares, afluente
del Colorado, y éste, del Maipo, distante no más
de 12 kilómetros de la planta de El Melocotón
que no se construyó. La planta el Alfalfal es considerada
una extraordinaria obra de ingeniería, en la que sus
técnicos interpretaron con inteligencia las condiciones
topográficas y geológicas de la Cordillera de
los Andes. A esta obra se la ha denominado Joya de Ingeniería:
capta el agua del río Olivares con un ducto de 35 kilómetros,
la mayor parte en túneles, y la lleva hasta una caverna
de 1.050 metros cuadrados construida un kilómetro al
interior de la montaña. Ahí se instalaron dos
turbinas, las cuales entregan el agua a la planta Maitenes de
pasada, construida en 1923. Esta es una muestra de profesionalismo
honesto, en que los inversionistas usan una alternativa de un
financiamiento más alto, pero que carece de costo humano
o ambiental y es de uso ilimitado en el servicio al país.
El potencial
de energía hídrica en Chile es más que
suficiente para electrificar el país en su iluminación,
industrialización y movilización. Nuestra cordillera,
de fuerte pendiente, permite en casos cuadruplicar el potencial
eléctrico en algunos valles precordilleranos usando la
misma agua de la primera planta, pudiendo enriquecerse con afluentes
a lo largo de su trazado. Quedan todavía innumerables
ríos en el extremo sur, X y XI Regiones, como el Baker,
que nace en el Lago Carrera y que con su enorme caudal podría
producir tanta energía como todas las plantas hídricas
actualmente en servicio. En la misma Región está
el Río Pascua, que nace del lago OHiggins. Al usar
estos ríos y otros de las regiones sureñas, Chile
podría tener un excedente de energía que le permitiría
exportar a nuestros vecinos.
Cuando se
privatizó Endesa, durante la dictadura, la empresa privada
impuso el sistema de megaembalses, apoyado por el ex presidente
Eduardo Frei Ruiz Tagle, ingeniero hidráulico. Este sistema
permite juntar el agua de un entorno fluvial de varios caudales,
como en el caso del Bio-Bio, caudales que, aisladamente, darían
margen a varias plantas de pasada. El megaembalse satisface
la codicia del inversionista privado, pues en una sola caída,
vale decir, en una sola planta, produce el potencial de varias
plantas hidroeléctricas de pasada. Este sistema ha sido
repudiado en los países desarrollados por el tremendo
impacto humano y ambiental: erradicación de pueblos históricos,
matanza de vivientes en pueblos que se resistieron, tierra agrícola
y bosques sumergidos, embanques que en un corto plazo dejan
al embalse inservible. En el inmenso megaembalse en la provincia
de Henan, en China, con el desafiante nombre de Embalse
de Acero, una lluvia torrencial produjo una erosión
que embancó las salidas, produciendo el derrumbe del
muro y la muerte de 250.000 personas aguas abajo (Patric McCully
Silenced River, 1996). En nuestro país sísmico,
donde la cordillera está poblada de volcanes, jamás
debió permitirse la construcción de megaembalses,
y menos en cadena, donde se pueden producir derrumbes con efecto
dominó (Espada de Dámocles sobre el Bio-Bio,
La Nación, 13.6. 2001, E. Astorga B. / World Watch, 1999,
Edición Chile, Mega embalses, el costo de producir
energía, E. Astorga B.).
El gobierno,
antes de seguir con su inexplicable decisión de seguir
con plantas de combustible importado, debería pensar
sobre la información de países desarrollados que
no tienen fuentes de combustibles fósiles para liberarse
de un especulativo monopolio. Entre estos países se destaca
Japón, que espera completar, en el año 2010, 4600
megavatios de tejados solares, una capacidad instalada igual
a la de un país del tamaño de Chile. En Dinamarca,
la fuente eólica proporciona el 7% de la electricidad
que se consume. En todos los países desarrollados del
mundo, especialmente en aquellos que no tienen combustible fósiles
pero sí tienen conformación montañosa,
aprovechan al máximo sus posibilidades de energía
hídrica. Su respeto por la naturaleza los ha llevado
a construir plantas hídricas subterráneas, como
ya existen en muchos países desarrollados, incluso en
el nuestro.
El caso
más significativo es el de EE.UU., país rico en
petróleo, con gran capacidad preventiva de un futuro
con escasez de energía obtenida de productos fósiles.
Allí, las grandes empresas petroleras están cambiando
las inversiones en petróleo, carbón y nuclear,
sectores estancados, por la investigación en fuentes
naturales eólica y solar, con una taza de crecimiento
espectacular. El departamento de energía llegó
a la conclusión que Dakota del Sur y Dakota del Norte,
más el estado de Texas, podrían cubrir toda las
necesidades del país (World Watch, 1996).
Preocupantes
son las declaraciones del Presidente Lagos, publicadas en la
Tercera del 12 de Mayo, justificando la importación de
gas con la excusa de la instalación existente de 800
millones de dólares invertidos en las cañerías
de Santiago, lo cual, dice el presidente, no se resuelve con
hidroeléctricas, lo resolvemos con gas. Se nos ocurre
que el presidente, y en especial sus asesores, pueden estar
equivocados o prejuiciados técnicamente, porque si hay
mucha dificultad de abastecimiento de combustible importado,
es inexplicable insistir en usarlo en un país cuyo enorme
potencial hidroeléctrico existente se pierde en el mar.
Por lo demás, es bien posible que una red de cañería
instalada sirva para incorporar dentro de ella los cables eléctricos
de energía hidroeléctrica.
En cuanto
al gas traído desde Mendoza, el gerente general de Gas
Andes, Frank Woon, a una pregunta nuestra en una asamblea abierta
en san José de Maipo, antes de iniciarse la construcción
del trazado del gas, dijo que la duración del abastecimiento
era de alrededor de 15 años. Han pasado recién
4 ó 5 años y ya estamos con problemas. Es posible
que el tubo que trae este gas, a corto plazo, quede desocupado,
y Chile pueda usarlo entonces para instalar los cables eléctricos
para llevar a Argentina el excedente de energía hídrica
que el país tiene capacidad de producir a lo largo de
nuestra empinada cordillera.
|