Conozcámonos,
nosotros, la gente común y corriente de este Cajón
del Maipo. Hoy es el turno de Vivian Romero Quiroz, una
chica que nos habla de sí misma. Tiene 18 años
y vive en la Población Algarrobo de San José.
Nací
en agosto, hace 18 años. En este momento no estoy
emparejada, no tengo hijos y vivo con mi familia en san
José de Maipo. Estudio secretariado en un instituto
de Puente Alto, de modo que viajo diariamente. Mi deporte
favorito es el esquí, y pertenezco a un club de
nuestra localidad que se llama Williams Andrade Carreño.
Nací en San José y me gusta vivir aquí.
Creo que no me cambiaría de lugar, ya que considero
que la tranquilidad es inigualable, al levantarme lo primero
que veo son las montañas. Creo que somos privilegiados
al estar cerca de la naturaleza a tan pocos kilómetros
de Santiago. La gente del sector es transparente, no está
contaminada aún por la ciudad y es muy empeñosa,
pues se las arregla para cubrir sus necesidades.
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Mi vida
ideal sería tener una carrera en la cual valerme por
sí misma, aunque mi gran anhelo es estudiar danza, poderla
enseñar, sobre todo a la gente de mi pueblo, y, por supuesto,
poder vivir de ella. Tengo varios sueños, y aunque sé
que son utópicos, igual pienso en ellos. Uno es poder
viajar al espacio y ver su grandeza, y el otro es saber lo que
piensan las otras personas, poder adivinar sus pensamientos.
Creo que, de mí, cambiaría la docilidad frente
a los problemas que se me presentan, para poder enfrentarlos
más fríamente, sin dejar que ellos me lleven.
De la sociedad cambiaría la maldad de las personas y
los abusos que se dan entre los humanos, que nos llevan a una
mala convivencia y a una individualidad que cada vez se acentúa
más.
A Dios lo
imagino como una persona, la que me cuida y me protege, pero
la que también me pone pruebas difíciles, pero
que al final son un aprendizaje para mi crecimiento como persona.
Dios no hace distinción entre los hombres, los ama a
todos por igual, de modo que la relación con Dios y el
hombre es directa. Para mí la muerte no es el fin, sino
el paso a otra vida más hermosa aún, donde se
vivirá sin rencores ni temores. De la reencarnación,
creo que es una especie de ritual en que se cancela lo que quedó
pendiente en la otra vida, para luego pasar a una eternidad
sin fin. La vida es igualmente bella, aunque a veces es difícil,
pero todo se supera, ya que ahí está Dios para
guiarnos, y nos fortalece con aprendizajes diarios.
El cuerpo
nos lo dio Dios, es hermoso y lo debemos querer tal como es.
De los desnudos, creo que reflejan que en nuestro país
nos estamos mirando más naturalmente, sin tener que escondernos
ni cegarnos con tabúes añejos. El sexo lo considero
bueno, sano. Al fin y al cabo es la única forma de procrearnos.
La violencia es nefasta, le hace mal al hombre, lo ensucia y
envenena su alma. Dije que el sexo no es malo, en la juventud
tampoco, porque uno se está descubriendo. Pero sí
creo que se debe hacer con responsabilidad, es decir, cuidarse
con los distintos métodos que están al alcance.
Para ello se necesita una mayor educación sexual en los
colegios. Además, creo que se debe hacer con amor y con
aquella pareja que da seguridad al estar a su lado. En cuanto
a la edad precisa para tener la primera relación sexual,
creo que no existe, aunque la mujer madura antes que el hombre.
Se debe hacer cuando uno se siente seguro y preparado.
Dios dijo
que todos somos iguales, es decir, mujer y hombre. La diferencia
la ha puesto la sociedad, donde el hombre hace el trabajo pesado
y provee el hogar, y la mujer está con los hijos y se
sacrifica por la familia. En cuanto a una jerarquía entre
salud, dinero y amor, para mí la salud está primero,
ya que si se está sano se puede tener una familia y amar
a las personas, como así mismo lograr una estabilidad
económica.
Lo que me
causa más rabia e impotencia es la injusticia que existe
en el mundo y no poder ayudar a la gente que lo necesita, pero
como no se puede vivir con estas malas ondas adentro, pienso
y me relajo. Mi alegría más grande es estar cerca
de mi familia, tener una vida estable y ver a las personas felices.
A la raza humana yo le cambiaría la maldad y la discriminación,
ya que si esto no existiera tampoco existirían las guerras,
donde muere tanta gente por ambiciones de algunos pocos.
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