Las
maneras de ver el mundo en occidente y oriente siempre han sido
diferentes, pero mediante el estudio de un órgano del
cuerpo humano, la glándula pineal, la ciencia occidental
se acerca al mágico concepto oriental de la vida.
La
glándula pineal, o epífisis, tiene el tamaño
de una lenteja y se sitúa en el centro del cerebro.
René Descartes conocía su existencia, y
decía que era el depósito de la conciencia.
Hasta hace años atrás, no obstante, la ciencia
la consideraba inútil, aunque últimamente
ha reconocido su valor como reguladora del sueño
y del envejecimiento, al estilo de un verdadero reloj
biológico al que se le atribuyen propiedades tales,
que su activación puede producir la apertura de
canales de conciencia desconocidos.
La ciencia
del mundo occidental, basada en la razón y el intelecto,
clasifica las funciones de la glándula pineal en
forma precisa: ella regula los ciclos del sueño,
lo que permite dormirse y despertar, y también interviene
en los ritmos de la vida en general, influyendo en el proceso
de envejecimiento. |
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Además,
supervisa las funciones de otras glándulas, haciéndose
sentir en todo el organismo. De este modo, interviene en el
crecimiento del cuerpo, combate a ciertos virus, refuerza el
sistema inmunitario y ayuda a destruir células cancerosas.
La glándula
pineal es estimulada indirectamente por la luz, a través
de los impulsos llegados por los nervios de la visión.
Pero también se cree que un estímulo semejante
le llega a través de partículas de luz llamadas
fotones, que atraviesan la piel del cuerpo. Al recibir esta
incitación natural, la glándula pineal actúa
de tal manera, que el ritmo de vida de la persona se armoniza
con los procesos rítmicos de la naturaleza, como las
estaciones del año, el día y la noche, etc., interviniendo
así en aspectos fundamentales de la vida, como son el
sueño, el envejecimiento y la sexualidad, entre otros.
En el mundo
oriental el reconocimiento de la glándula pineal ha existido
desde siempre, y también desde siempre se la llama la
Casa del Espíritu. Las divinidades budistas e hindúes
poseen un tercer ojo en medio de la frente, en el nivel en que
se sitúa la glándula pineal, como un símbolo
de la capacidad de visión interior. También se
la llama sexto chakra o chakra intuitivo. Para los orientales,
esta glándula no es más ni menos que el centro
espiritual del cuerpo humano. La intuición y la conciencia
están directamente relacionadas con ella, que es lugar
de donde fluye la inspiración del ser humano hacia los
misterios místicos y la veneración de los dioses.
La glándula
pineal en las mujeres tiene un tamaño mayor que en los
hombres, pero la ciencia desconoce la causa de este hecho. Sin
embargo, hay dos aspectos que pueden tomarse en consideración.
Primero, estadísticamente la mujer vive más que
el hombre, y se sabe que éste órgano juega un
papel fundamental en el proceso de envejecimiento. El otro aspecto
a considerar es que, en rasgos generales, la mujer es más
intuitiva que el hombre, que suele basarse en la razón
para tomar sus decisiones. La glándula pineal, al ser
un tercer ojo que mira hacia el interior, se relaciona de algún
modo con la intuición, con la corazonada.
La glándula
pineal secreta la melatonina, una poderosa antioxidante cuya
producción va disminuyendo a medida que transcurre la
vida. Hay expertos que opinan que esta es la causa del envejecimiento.
Experimentos realizados con animales muestran que al aumentar
la melatonina se recupera la energía sexual y se aumenta
la vida en un 30 por ciento. Sin embargo, hay estudios que indican
que el nivel de malatonina en personas entre los 65 y 81 años
no difiere de manera significativa del nivel de las que tienen
entre 18 y 30 años, por lo que no sería necesario
consumir esta hormona en forma extra.
Hay testimonios
reservados de personas que trabajan con la glándula pineal
en el campo espiritual, las que la consideran una glándula
maestra. Christa, de nacionalidad alemana, es una de ellas.
Sus palabras son las siguientes:
Me sucedió en sueños. Fue como un largo viaje
por una especie de mundo interior, quizás mi propio mundo
inconsciente, con el que me conecté espiritualmente.
Al mismo tiempo estaba como detenida, de pie, en una frontera,
y transpiraba mucho. No me sentía bien. Tenía
la impresión de estar en otra dimensión, y cuando
desperté por la mañana era como hacerlo después
de haber estado enferma durante muchos días, quizás
meses. Pero estaba muy lúcida y recordaba a la perfección
algunos datos sobre la glándula pineal, o tercer ojo,
que había recibido en sueños. En base a esos datos,
como siguiendo una orden, comencé a desarrollar un programa
de acción para activar la glándula, en lo que
terminó siendo una terapia práctica desarrollada
a través de diferentes tipos de concentración
meditativa. He guiado a muchas personas en esta práctica,
con resultados impresionantes. He sanado a personas muy enfermas
y en otras he despertado en forma espectacular su capacidad
de creación y de comprensión. Antes de que me
llegara toda esa información en sueños yo no tenía
idea de lo que era la glándula pineal.

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