del
pueblo y antes de llegar a la iglesia siente un escalofrío
que le recorre toda la espalda. La vida se le pasa por los
ojos como una película, como si fuese el momento de
su muerte el que estuviese llegando. Al llegar a la iglesia
todos han palidecido. Ella en cambio, emocionada y preocupada
pregunta:
-¿Dónde
esta él?
-Se ha ido -le responden
-¿Cómo es eso? -responde ella tratando de
calmar sus acumulados nervios.
-Simplemente te ha dejado...
Ella
se quedó como muerta sentada frente al altar, con
las manos tapándose la cara. Sus padres, acercándose,
le acarician los cabellos. Ella sale corriendo de la iglesia,
dejando su vida y su felicidad, su corazón y su alma
en los momentos que allí murieron. Desesperados sus
pies la llevaron días y noches por caminos que no
guiaban a ningún lugar. Allí fue donde las
evocaciones de su pasado terminaron. Luego fue todo diferente
y ella se dejó llevar por esos hombres de blanco
a un lugar enclavado en los cerros, a una cárcel
de la mente donde en vez de sanar, los seres más
bien pierden el juicio. Pero ella no les dejó que
le quitaran su traje de novia, esa obra de arte de la sastrería,
en la que los encajes son como nubes y ángeles. Tampoco
quiso huir de aquel lugar, porque su rumbo de regreso no
tendría sentido y porque ya no se acordaba ni siquiera
de quién era. Sólo sabía en su ser
interior que debía esperar a un hombre que le juró
felicidad, un hombre al que ella le había dado todo.
Pero
los tiempos pasan lentamente y se llevan las amargas flores
que no merecen vivir. En el hospital sanatorio cuentan que
el efecto de los años fue matando lentamente a la
novia, como la llamaban. Siempre solía quedarse
largas horas frente al camino que daba al recinto de salud,
para ver si su prometido regresaría para buscarla
y casarse. Pero una tarde oscura de invierno sus pasos no
se sintieron más por el camino de tierra. No se la
vio más rondar con su traje de novia todo roído
por el tiempo. Su historia casi quedó en el olvido
y de su cuerpo nunca más se supo. Pero sin embargo
sus llantos siguieron escuchándose como ecos de su
alma adolorida.
El tiempo
pasó con más fuerza y esta historia de la
mujer de blanco que se aparece por el sanatorio se fue quedando
en calidad de leyenda y de fantástica historia inventada
por los funcionarios más antiguos del recinto. Pero
hay muchos testigos, hasta el día de hoy, que juran
haberla visto y sentido por los alrededores de la casa de
salud. Dicen que sus llantos no son como los de la Llorona,
que paralizan el alma, sino que son tan tristes que contagian
una amargura que enloquece. Los que la han visto dicen también
que es una mujer delgadísima y que su rostro es como
el de una anciana de facciones cadavéricas. Lo único
que produce su aparición es una tristeza inmensa
que llega a causar horror.
Como
la noche llama al corazón amargado, así es
llamado mi espíritu por la soledad, para que yo huya
de la traición y del falso amor profesado por adolescentes
inconscientes e ignorantes de amor que se creen adultos
expertos. Me da rabia que se digan que aman y están
enamorados y sin embargo odian al día siguiente como
si fuese tan natural. Pero como la infidelidad les nace
del alma, a mí me nace el deseo de exprimir mi alma
en las nubes. Pero yo amo. ¿Amo o simplemente juego
otro juego más de lo que el ser humano llama amor?
Muchos me dirán: este es el verdadero amor y la verdad,
pero yo les diré: no les creo
Sólo creo
en el espíritu puro que espera desconsolado que la
traición se vaya y deje descansar en paz mis neuronas
saturadas de triste poesía de muerte.
DdO.