:: MEOLLOS.
   Enfermos que no lo son.

Por: Alaciel Gallardo Lopes.

Debajo de las costillas hay ciertas partes laterales llamadas hipocondrio. De él, los griegos pensaban que se desplazaba por el cuerpo causando dolores en todo el organismo. De allí viene la palabra hipocondría, sentimiento de aquellas personas que siempre tienen miedo de estar enfermas.

El cuerpo es espontáneo, uno no puede manejar su funcionamiento a voluntad. El hipocondríaco suele interpretar
de modo exagerado los movimientos naturales del organismo, como los de la digestión, la respiraci ón y otros. Poco a poco la persona se va obsesionando y comienza a vivir pendiente de controlar, por ejemplo, si su frecuencia cardiaca varía, si el ritmo respiratorio se altera, si los gases abdominales aumentan, etc. Así, cualquier cambio que se note en el funcionamiento del organismo es interpretado como síntoma de enfermedad, generalmente grave, como cáncer, sida, trastornos al corazón, etc. La persona termina viviendo enferma de susto a enfermar. El problema se va tornando serio a medida que la conducta del hipocondríaco va afectando aspectos de su vida, como trabajo y relaciones.

La hipocondría puede aparecer a cualquier edad, aunque en general se da en personas ya adultas, mujeres y hombres. Su causa no está establecida, pero se reconocen algunos factores sociales que la favorecen, como la falta de capacidad para expresar los afectos y deseos por otras personas o la represión de los sentimientos más íntimos.

Los hipocondríacos son, en general, personas responsables, que cumplen con sus obligaciones, que sufren cuando se ven frustrados, que rechazan la incertidumbre y que necesitan controlar todo. De este modo, les produce mucha angustia vivir con la duda de si están enfermos o no, y por eso se apresuran a inventarse un mal para explicarse sus supuestos síntomas.

Existe también un cuadro similar a la hipocondría, mucho más común, que pertenece al campo de la neurosis. En estos pacientes existe algún conflicto interior que la persona oculta tras la fachada de síntomas corporales. Así, ella se crea síntomas a partir de nudos emocionales, a diferencia del hipocondríaco, que se crea síntomas a partir de la interpretación errónea de las funciones naturales del cuerpo. Además, cuando se trata de un trastorno emocional, éste se ve aliviado, por lo general, cuando el médico descarta la enfermedad orgánica y confirma al paciente que su cuerpo, a pesar de los dolores, está sano. El hipocondríaco, en cambio, aunque el médico le demuestre mediante exámenes su buena salud, seguirá insistiendo en su enfermedad, a pesar de que lo que más desea es verse saludable.

Un hipocondríaco se caracteriza por algunos síntomas: Temor o convicción de padecer una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de los síntomas; insistencia en que se está enfermo a pesar de los exámenes médicos que indican lo contrario; angustia no delirante, que va más allá de la preocupación sólo corporal; obsesión por la enfermedad, que provoca un malestar significativo, incluso con el deterioro de su vida laboral y social; duración del trastorno de por lo menos seis meses; actitud poco realista frente a la enfermedad que supuestamente se padece, lo que impide darse cuenta de la obsesión con que se la percibe.

En general, la hipocondría resulta difícil de tratar. Cuando la persona está convencida de que tiene un mal metido en su cuerpo, no es fácil sacarla de su obsesión. Es importante no llevarle la contra, insistiéndole, por ejemplo, en que está sano o en que todo es producto de su imaginación, ya que esto sólo producirá en él la impresión de que no es comprendido. Más bien hay que abordarlo dándole la razón en su insistencia, pero proponiendo también que lo mejor es tratar esa enfermedad desde varios ángulos, incluso viendo al psiquiatra.

A un hipocondríaco jamás hay que dejarlo solo. Hay que apoyarlo siempre, ya sea en forma individual o familiar. Se debe conversar con él, en el sentido que establezca una alianza con el médico tratante con el fin de cumplir un objetivo común. Se le debe insistir en que evite la automedicación y en que sólo ingerirá los medicamentos que le sean dados por el médico. Si en algún momento muestra dudas sobre la realidad de su enfermedad orgánica, hay que guiarlo hacia la solución de su conflicto emocional haciéndole ver que muestra síntomas psíquicos, como por ejemplo depresión, ansiedad, etc.