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NUESTRO PASADO INDÍGENA.
Indigenismo de los símbolos patrios.
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Por:
Gastón Soublette Asmussen.
Los
padres de la patria en la gesta de la independencia
de Chile utilizaron, en la mística de su pensamiento
libertario, una tendencia indigenista. Pero esa tendencia
obedecía más a razones de carácter
simbólico que a una adhesión real de los
indígenas chilenos a la causa revolucionaria.
Porque, en verdad, pocas son las comunidades mapuches
que aceptaron como válidas las razones de los
patriotas para decidirse a unir a ellos sus fuerzas.
La mayor parte de los jefes guerreros indígenas
previeron lo que ocurriría cuando Chile fuera
una nación soberana, en lo que se refiere a la
autonomía de los mapuches y a los territorios
que ellos ocupaban. La historia les dio la razón,
por cuanto muy luego el gobierno central, en connivencia
con sus vecinos argentinos, emprendieron la horrorosa
campaña de despojo y genocidio que hemos conocido
bajo el nombre de "pacificación de la
araucanía"...
El
indigenismo de los padres de la patria obedeció,
pues, a razones de orden simbólico, y por eso
mismo, y en cierto sentido, de orden mágico.
Esto fue particularmente notorio en la composición
de los emblemas nacionales, desde esa primera bandera
y escudos diseñados por Don José Miguel
Carrera, en los que aparecían un guerrero mapuche
(Lautaro), y su esposa, a ambos lados de una columna
dórica encimada de una estrella pentagonal, llamada
"árbol de la libertad".
Pasado
el período de Carrera, el emblema se simplificó,
reduciéndose a una bandera rectangular con tres
franjas horizontales de colores azul, blanco y rojo. Los
indígenas desaparecieron del escudo. Pero más
tarde, por el texto legal que oficializó el escudo
actual en tiempos del presidente Joaquín Prieto,
sabemos que el tricolor, que parece emparentar esa bandera
con la de la revolución francesa, fue tomado de
la banda tricolor que usaban los toquis mapuches como
distintivo de su rango en el campo de batalla, según
el testimonio de Alonso de Ercilla en La Araucana. La
bandera de la estrella solitaria, diseñada por
Bernardo O.Higgins, en apariencia no tiene nada de indigenista,
pero sabemos que el Director Supremo cuando presentó
el nuevo emblema al pueblo congregado en la Plaza de Armas
de Santiago el día de la jura de la Independencia,
dijo que la estrella era la de Arauco. En lo que se refiere
a los tres colores, vale lo dicho para la bandera vigente
con anterioridad.
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Pabellón
del Estado, 1812
Escudo
de 1819,
versión de José Gil de Castro.
Bandera
de la Jura de la Independencia, 1818.
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Esa bandera,
que fue robada del Museo Histórico de Santiago por
un comando extremista, tenía al centro de la estrella
un asterisco de ocho brazos zurcido con perlas de pequeño
tamaño. Ese asterisco figura en varias piezas de cerámica
indígena representando a Guñelfe, la estrella
de la mañana, esto es, el planeta Venus. Esa es una
confirmación de lo declarado por don Bernardo el día
de la jura de la Independencia, pero con la salvedad de que
en esa bandera él hizo la síntesis de dos tradiciones,
vale decir, la tradición pitagórica europea,
esto es, la estrella de ocho brazos pentagonal, y la tradición
indígena, esto es, el asterisco que representa a Guñelfe,
divinidad de la iluminación.
Pero quizás
el más indigenista de todos nuestros emblemas ha sido
el escudo de 1819, en el que figura un indígena que
soporta sobre sus hombros el óvalo en que se exhibe
el árbol de la libertad. A sus pies, un caimán,
que representa a América, devora al león, que
representa al imperio español. Al fondo se ven cuatro
volcanes en erupción, los que según la mitología
mapuches, son cuatro "pillanes", es decir
"espíritus" rectores de la guerra,
llamados en mapuche "weichafe".
La bandera
de la jura también tenía en su reverso un escudo
ovalado con un volcán en erupción simbolizando
a la revolución, con lo cual se quería significar
que la rebelión de los patriotas contra la dominación
española extraía su fuerza y su coraje de la
herencia araucana simbolizada en el pillán de la guerra.
Las explicaciones
del simbolismo de nuestros emblemas en el sentido de que el
rojo es la sangre de nuestros héroes, el blanco, las
cumbres nevadas de Los Andes, y el azul, el cielo, pertenecen
a una superficialidad patriotera y chata que caracteriza la
mentalidad media de este país.

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