:: PREÁMBULO.
   Navidad, humildad.

Por: Juan Pablo Yáñez Barrios.

Para hacer un bonito presente hace falta poco o nada de dinero.
Cariño y creatividad son el principio del mejor regalo.

Se vive con la idea de que el valor intrínseco de un regalo es igual a su valor material: mientras más caro, mejor. Muchas veces, no obstante, el regalo caro se hace para quedar bien, de modo que la motivación de regalar se confunde con la satisfacción del propio ego.

Hay muchas personas que se dedican a la práctica de artesanías, por afición o necesidad, lo que se puede aprovechar para hacer regalos personales. Al fabricar uno mismo un objeto siempre es posible hacer pequeñas variaciones que le otorguen el sello especial, de modo que quede designado para un solo destinatario. Como se suele conocer sus gustos y pasiones, no es muy difícil dar en el blanco introduciendo un detalle adecuado.

Las dueñas de casa tienen una fuente de buenos regalos usando la cocina: mermeladas, pasteles, recetas creadas por la propia mano o conservadas desde los tiempos de la abuelita.

Existen muchas maneras de demostrar consagración. Hay personas que ponen toda su dedicación en el envoltorio de su regalo, de modo que su cariño se evidencia en la belleza del paquete. El destinatario puede quedar fascinado por la joyita de papel o tela que ponen en sus manos, de modo que la importancia del chocolatito o aritos de su contenido ya no es lo primordial. En el fondo, hacer hermosos paquetes es un arte en sí mismo, en el que se puede entregar mucho reconocimiento a los demás.
Un señor, amante de la navegación, le regaló a su señora, amante de su casa, un gran yate en el día de su cumpleaños. Durante meses la señora vio desde su casa, junto a la costa, cómo su marido se entretenía en el mar haciendo gracias con el yate, mientras ella se divertía en el jardín leyendo y oyendo buena música. Cuando llegó el cumpleaños de su marido, ella le obsequió un collar de perlas finas.
Esta historia caricaturiza los casos de aquellos regalos que se hacen para satisfacer el propio ego, como cuando un adolescente le regala a su abuela el último casete pop o cuando se regala a alguien cercano un libro que uno mismo quiere leer.

Cuando la situación no permite hacer grandes gastos, una buena idea, dentro de la familia, es hacerse un regalo para compartir. Por ejemplo, cosas para la casa: una piscina de plástico o algún juego de salón para reunirse a compartir por las tardes.

"Dedal de Oro" desea una feliz Navidad a todos.