:: NUESTRO PASADO INDÍGENA.
   Cultura y origen de nuestros mapuches.

Por: Gastón Soublette Asmussen.*

De todos los estudios antropológicos realizados sobre el pueblo mapuche se infiere que antes de la llegada del invasor europeo esta etnia se hallaba en un estadio de evolución intermedio entre el hombre cazador, pescador y recolector, y el ganadero agricultor. Los mapuches en su larga experiencia como pescadores, cazadores y recolectores, poseían una amplia ciencia para la práctica fructífera de estas actividades vitales. Pero ya comenzaban a plantar ciertas especies vegetales y a criar ciertos animales. En terrenos pluviosos y en claros de bosque plantaban papas y porotos, especies a las que vinieron a agregarse posteriormente la quinoa y el maíz, por la influencia que sobre Chile ejerció el incanato del Perú.

Juego de la chueca de los indios de Chile (Histórica relación del Reino de Chile, Roma, 1646)
Vivían muy insertos en el orden natural, en agrupaciones familiares ampliadas que incluían a los abuelos (chosnos, tatarabuelos, bisabuelos, abuelos), sus hijos, sus mujeres y los hijos de sus hijos. La longevidad en ellos era una característica normal de su naturaleza, por eso hasta entrado el siglo XX se dieron casos de mapuches de ambos sexos que vivieron hasta ciento cincuenta, y ciento treinta años. Yo conocí a una venerable anciana mapuche de ciento diez años, a quien todos los días sus nietas la vestían con las prendas tradicionales del atuendo femenino, a las que agregaban las consiguientes joyas de plata. Un mapuche amigo me llevó hasta su ruca y la vi sentada en su "huanco" tomando mate. Le hice una reverencia desde la entrada a la que ella respondió con un movimiento de cabeza, pero sin pronunciar palabra alguna. Por eso, sin la autorización necesaria no me atreví a entrar y me retiré haciéndole otra reverencia. Por este incidente comprendí que mi encuentro con ella fue solo una visión simbólica de lo que los mapuches llaman la "Madre Antigua". El señorío de esta dama indígena no lo he visto en ninguna señora anciana de la clase alta chilena.

La familia ampliada de los mapuches por la cohesión de los consanguíneos, la solidaridad del clan y la longevidad, exigía en ciertos casos la construcción de rucas de grandes dimensiones. Algunos cronistas mencionan rucas que contenían hasta cien personas. Las agrupaciones familiares se repartían por el paisaje a prudente distancia, pero siguiendo la fórmula numérica del 9. Así nueve agrupaciones se denominaba "aillarehue". La autoridad era ejercida por un "lonko", vulgarmente denominado hoy "cacique" (palabra no mapuche procedente de América Central). Lonko quiere decir "cabeza". Esta distribución según la fórmula numérica del 9, y la denominación con que se reconocía al jefe, se asemeja a la división de la población local y global en la china antigua. Un cuadrado dividido simétricamente por dos paralelas verticales y horizontales configurando nueve pequeños cuadrados interiores, esquema válido para la totalidad del imperio, como para las agrupaciones familiares locales. El jefe de esos nueve grupos humanos y sus respectivas tierras de cultivo también se llamaba "cabeza".

Otra semejanza curiosa con la antigua cultura china la hallamos en los vocablos con que se designa al ser supremo. La bisexualidad de Dios en la china antigua, (como en todos los pueblos antiguos de la tierra) que posteriormente generó los dos principios de la cosmología (y de la filosofía) china, el Ying y el Yang, se designaba con los vocablos "Fu Chao" y "Ku Hse". Fu Chao quiere decir "padre creador" y Ku Hse es el nombre de Dios como "madre cósmica". Literalmente quiere decir "energía", o espíritu del hueco o del hoyo (el útero). En mapuche ambos vocablos, con la misma fonética y el mismo significado, están referidos al ser supremo como padre y madre. La fonética es ligeramente diferente en mapuche para el padre creador: Fü-Cha. El monosílabo Cha es aquí un apócope de Chao. En lo que ser refiere a la madre cósmica, la fonética mapuche es exacta a la china, esto es Ku-Se, monosílabos que significan también "energía" o "espíritu" y "hueco" u "hoyo".

Estos alcances nos sugieren automáticamente la interrogante por el origen del pueblo mapuche. Interrogante referida tanto al origen remoto como al origen reciente, esto es, su procedencia inmediatamente anterior a su radicación en Chile y Argentina. En lo que se refiere a lo primero, habría consenso en aceptar que se trata de un pueblo asiático que bien pudo venir a América, pasando por Behring, al término del último período glacial. En lo que se refiere a lo segundo, se discute hoy si su radicación en Chile es posterior a su paso por Argentina o viceversa. De haber venido de Argentina, según Francisco Encina, se habrían incrustado como cuña en nuestro territorio a la altura de Cautín, habiendo descendido hacia las pampas desde las regiones guaraníes (Chaco). Hoy esta hipótesis ha sido descartada. Los mapuches han pasado desde Chile a la Argentina por los pasos cordilleranos no antes del siglo XVIII. Su procedencia desde alguna región más al norte de América del Sur se discute.

Con todo, algunos mapuches viejos de Nahuelbuta recuerdan por tradición oral que sus antepasados vivieron en regiones tropicales pobladas de animales peligrosos. Así, como algunos lo creen, el mito de la serpiente acuática Kai Kai podría ser una supervivencia inconsciente de la peligrosidad del Caimán.
En lo que se refiere al origen remoto del idioma mapuche (mapudungún) contiene raíces lingüísticas comunes con idiomas del Asia Oriental (chino y japonés). Lo cual sugiere que el mapudungún debe proceder de alguna lengua madre prehistórica común a lo que después llegaron a ser el chino y el japonés. En ese sentido cabe destacar el hecho de que el idioma de los indígenas Ainus del Japón es el más parecido de todos al que hablan nuestros mapuches. Y no sólo eso, porque los chamanes ainus también tienen Kultrún, decorado con la cruz compuesta, rucas y organizaciones sociales semejantes... Todo esto es un misterio que quizás nunca llegue a aclararse.

Es necesario tener en cuenta que la organización social de los mapuches antiguos no reconoce más autoridad que la de los lonkos o jefes de agrupaciones familiares, de lo que se desprende que para ellos la idea de nación no era concebible a la manera como nosotros la concebimos. Porque al no haber una autoridad suprema centralizadora y al no existir la noción de propiedad privada, estamos en presencia de un socialismo natural y una democracia perfecta. Jefes con mayor autoridad los había, pero sólo para solucionar situaciones de emergencia. La autoridad recibida provenía del consenso de lonkos, y se ejercía por el tiempo que durara la emergencia. Tal fue el caso de los grandes toquis Colo Colo, Galvarino, Caupolicán, Lautaro y Pelantaro. En otros casos la autoridad extraterritorial concedida por el consenso de los lonkos a algún anciano sabio, se justificaba por la necesidad de zanjar con justicia e inteligencia diferencias que se generaban entre los grupos familiares, con el objeto de evitar las hostilidades.

Se ha dicho que el pueblo mapuche era muy guerrero, lo cual sugiere el equívoco de que amaba la guerra por la guerra, y que vivía en perpetuas batallas. ¡Nada más falso! La guerra era la instancia última a que se llegaba después de muchas deliberaciones sin resultados. Porque está claro que para que haya guerra, se supone que antes se ha generado un conflicto que siempre está relacionado con la propiedad privada; al no existir la propiedad privada, y en una economía de recolección, pesca y caza, pequeña agricultura y ganadería, hay muy poco que disputarse, tanto más si el territorio que los mapuches habitaban era extremadamente rico en recursos. La verdad es que los mapuches vivieron en pie de guerra permanentemente durante tres siglos, sólo por los peligros de la invasión europea, y bajo el efecto de esa amenaza, desplegaron un talento estratégico que ningún otro pueblo americano ha tenido, al punto que los grandes estrategas del ejército alemán que han escritos tratados del arte militar, citan a Lautaro junto a Napoleón y Alejandro Magno.

 *El autor es abogado, musicólogo y especialista en filosofía oriental y en indigenismo mapuche. Actualmente es académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Seguirán más artículos del autor sobre este tema.