Por:
Juan Pablo Yáñez Barrios, Director de Dedal
de Oro.
Dedal
de Oro, hojas que en este mes de Noviembre ven la luz
por primera vez, busca, de forma prioritaria, ir mostrando
lo que ofrece y lo que esconde el Cajón del Maipo.
Este
lugar aloja en su seno mucho más de lo que se
descubre a primera vista. Aquellos que semana a semana
llegan a visitar este valle se encuentran con una gran
oferta comercial y tradicional para satisfacer sus requerimientos
de viajeros en busca de distracción y descanso,
pero también, en forma creciente, con un ofrecimiento
alternativo que tiene valiosas posibilidades de desarrollo.
En
la medida que los lugareños del Cajón,
tanto los que ofrecen sus servicios tradicionales como
los que se ocupan de actividades alternativas, vayan
participando en este medio de comunicación, con
mayor eficacia y en menos tiempo se cumplirá
el objetivo de dar a conocer todo lo que encierra el
Cajón del Maipo y lo que en él puede ir
desarrollándose.
A través
del tiempo queremos ir descubriendo a todos los habitantes
de este valle que tienen dificultades para llegar hasta
quienes podrían beneficiarse de sus servicios.
Así se irá cumpliendo la tarea de servir
tanto al visitante que llega en busca de disfrute físico
y espiritual como al lugareño que tiene los medios
para brindarlos, ya sea mediante un plato típico
del lugar o de otros rincones del mundo, o excursiones
por los cerros y el aire puro, o alguna pieza artesanal,
o algún
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recurso
alternativo, de esos que se extienden más y más
en el conocimiento de muchos de los que habitan entre estos
cerros.
Dedal
de Oro está abierto a todos, de modo que en sus hojas
pueden participar tanto los grupos tradicionales como aquellos
discriminados o marginados. En sus hojas las minorías
tienen el mismo derecho que las mayorías, dentro de la
práctica del respeto por sus semejantes.
Después
de mucho tiempo el alma de la Lola comenzó a vagar por
cerros y montañas, encaminando a los arrieros y excursionistas
hacia una muerte segura en la boca de una quebrada o en las
entrañas de un desfiladero. De su belleza, hasta versos
le han recitado los arrieros, que la describen como una linda
muchacha de cabellos negros y ojos verdes, tez pálida,
frágil y delgada, que va por los aires sin tocar el suelo,
con sus pies de plata, rodeada de murmullos suaves al principio,
como el rumor del agua de un manantial, y luego de fuertes gritos,
como de miles de almas espantadas de soledad y frío.
Como clave para salvar la vida, los arrieros recomiendan no
mirarla y huir de su presencia. Pero también nos recuerdan
que no es fácil escapar ileso de esos ojos que pueden
ablandar el corazón de hasta el más rudo de los
hombres, guiándolos a su propia tumba, allá en
los cerros.
Dando unas
vueltas por la plaza, después de que la anciana me contara
esta historia, me pregunté qué pasaría
si en las noches de luna llena me atreviese a buscar a aquel
espectro, que, irradiando belleza, podría abrirme las
puertas hacia un viaje en otra dimensión. Desistí,
porque mi vida vale más que un alma vengativa. La inspiración
sólo me alcanza para escribir esta historia, pero invito
al que se atreva a encontrar a esa misteriosa belleza a que
cierre los ojos en la montaña y a que se atreva sentir
el hálito de esa alma, dejándose llevar por el
rumor de la muerte...
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